Happy carnaval

mendozanow

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An interesting article from Los Andes in Mendoza, about the carnaval, which includes some history. Apparently the carnaval was quite common before the military coup, but the military snuffed out many of the festivities, and now the custom is returning to much of Argentina.

Tonight, in Mendoza, the festivities are returning after 35 years to the Alameda, the northern boulevard part of Calle San Martin in Ciudad Mendoza.

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Un gran regreso: cuando el silencio se convierte en Carnaval
Mendoza volverá a vivir los festejos que marcaron a una generación. Corsos, música en vivo, murgas y bailarines animarán estos esperados días de celebración. Recuerdos de los protagonistas.
Edición Impresa: lunes, 07 de marzo de 2011Comentarios(0)Votá(0)

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Las murgas volverán a las calles de Mendoza. (Archivo)
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Federico Fayad - [email protected] Basta caminar por las calles del microcentro mendocino y observar las vidrieras de jugueterías y cotillones para recordar que hoy es una fecha de celebración. Pomos, pistolas de agua, bombitas, máscaras, disfraces y serpentinas son algunos de los elementos que durante dos días serán los protagonistas de una tradición recuperada: el Carnaval.

Hace 35 años gracias a la ley 21.329 el gobierno militar amputaba a todo un país de una de sus fiestas más tradicionales y antiguas a nivel mundial, aquella que llenaba los corazones de alegría. Aquella que permitía a los habitantes del suelo argentino olvidar por dos días sus problemas y entregarse, disfrazados o no, a un ritual milenario. Hoy, gracias a la Ley de Feriados impulsada por la presidenta Cristina Fernández, los carnavales son una realidad y como dicen los Fabulosos Cadillacs, el silencio se convierte en carnaval.

De la mano de la memoria

Aunque los militares decidieron terminar con los festejos, no pudieron prohibir la memoria. Por eso, son muchos los mendocinos que recuerdan con cierta nostalgia los carnavales y que hoy están felices con su regreso. Es el caso de Julio César Bac, reconocido publicista mendocino, quien desde su lápiz supo traer al presente aquellas imágenes del pasado:

“En los barrios más populares se organizaban corsos y bailes multitudinarios, gratuitos, con entrada libre.

“Los disfraces eran sencillos -continúa- de fabricación casera; las murgas las integraban chicas y muchachos divertidos, dispuestos a llevar esa alegría a la gente con cánticos, música fiestera y chistes firuletes, pero todo de manera respetuosa y sin ofender a nadie. Desplegando serpentinas y arrojando agua con pomos, tarros y bombitas”, dice.

La chaya era una parte importante de la celebración. Olvidándose de toda formalidad, grandes y chicos por igual se mojaban para aplacar el calor de febrero. En tiempos de chaya nadie tenía derecho a enojarse por lo que un buen baldazo de agua era recibido con carcajadas.

Así como Bac, muchos son los mendocinos que recuerdan con cariño las fiestas de antaño. No es para menos. La calle San Martín, por ejemplo, se llenaba de color, de sonrisas y de olor. “Llenaban las calles de hierbas aromáticas y de hinojo. A medida de que los carruajes pasaban, se desprendía un rico perfume”, explican.

Entre las calles Sarmiento y Las Heras los disfrazados y las comparsas eran el centro de atención. La música que acompañaba la celebración venía de las grabaciones que los parlantes callejeros emitían. Carlos Gardel, Ignacio Corsini, Alberto Castillo y las orquestas de Francisco Canaro, Juan D' Arienzo, Mariano Mores eran algunos de los cantantes y músicos que adornaban el ambiente. También se hacían presentes las voces folclóricas de Hilario Cuadros, Alberto Rodríguez, Los Trovadores de Cuyo y Montbrún Ocampo.

Para jugar a ser otro

Las familias de la Mendoza de antaño ocupaban gran parte de los meses previos a Carnaval para fabricar disfraces. “Era un trabajo que se hacía en familia, con la eficaz colaboración de las madres que aportaban prendas de diferentes usos. Estas tareas duraban meses y se creaban caretas en forma casera y económica. Éstas eran conocidas como ‘mascaritas’, explica Bac.

Para poder participar de los carnavales con disfraces había que obtener un permiso en la Policía, la única que lo otorgaba mediante un papel sellado y documentos de identidad. “Estaba prohibido disfrazarse de militar, policía o sacerdote. No obstante, siempre habían chanzas a las autoridades gubernamentales y políticas. Estas chanzas eran muy celebradas”, revela Bac.
Quien llevaba el mejor disfraz era reconocido con un premio y quien asistía a la fiesta sin disfraz era considerado un aburrido.

Típicas y características

Si de música y bailes de Carnaval hablamos, Juan Carlos “Perro” Videla es un especialista. El famoso organizador de los “Videlazos” participó como animador de numerosos espectáculos bailables que se desarrollaban en aquella época. “Ojalá podamos recuperar la esencia del Carnaval, la fiesta de la familia y el pueblo”, comienza explicando el “Perro”.

“Cada club competía por la gente que llevaba. Por ejemplo, a mí me tocó animar fiestas en el club Pacífico o en Talleres donde iban más de 5.000 personas. Eran fiestas familiares. Incluso, en un determinado momento se armaba la chaya dentro del local. Era muy sano porque no había niveles sociales”, cuenta el Perro. Más adelante en el tiempo, Videla comenta que apareció el agua perfumada, la cual era una excusa para conquistar a una dama en medio del juego.

Durante esta época también era común el juego de las serpentinas durante el baile. Una persona sostenía un palo altísimo en medio de la pista y quien embocaba un rollo de serpentina se llevaba un premio, que podía ser una botella de champán.

Además de los clubes mencionados, también había fiestas en la Unión Deportiva San José, en Villa Hipódromo, en Huracán Las Heras, en Ingeniero Giagnoni y en la bodega Giol, en los muy recordados “Carnavagiolazos”. “Tenía muchísima convocatoria, y fue bautizado con ese nombre por el locutor Pedro Castro Díaz, quien animaba aquellos bailes y que hoy es la voz del speedway”, relata.

Hablando específicamente de música Videla distinguió dos tipos de orquesta que animaban los eventos: la típica y la característica. La típica es aquella en la que se tocaban tangos, milongas y valses; mientras que la característica se tocaban melodías de temas pícaros y alegres con la presencia de acordeones en sus filas y la mixtura de un repertorio que incluía fox trot, polca y rumba, entre otros.

“Recuerdo a los Hermanos Manganelli, Francisco Colombo, Los Hermanos Giunta, Lucho Martín, Héctor Gargantini, Carlitos Tejeda, Soto Motisi o Patricio García. Pero había muchos más”, indicó el clásico presentador mendocino.
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A rough translation of part of the text about the old carnaval here:

"Chaya"(the state of happy foolishness, derived from the African and Brazilian word ChaCha, which in turn may have been derived from the Hebrew word meaning Life) was an important part of the celebration. Forgetting all seriousness, big and small alike, for relief against the February heat, soaked each other. In times of "Chaya", nobody had the right to be angry, and being a target of a good bucket of water was greeted with laughter.

According to Bac, there are many who remember fondly the Mendoza carnaval parties of yesteryear. No wonder. Calle San Martín, for example, was filled with color, smiles and smells. "They filled the streets with herbs and fennel. As the carriages passed, they would give off a rich perfume" he explained."

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MORE CHAYA! ¡MAS CHAYA!:D
 
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