Los balbuceos en inglés del canciller y la grosería con que insultó a un periodista exponen un problema de fondo: la degradación formativa e intelectual de los funcionarios, que suele terminar asociada a una degradación ética
Los balbuceos en inglés del canciller y la grosería con que insultó a un periodista exponen un problema de fondo: la degradación formativa e intelectual de los funcionarios, que suele terminar asociada a una degradación ética